Virginia Peruchini nació en San Cristóbal, una ciudad a 240 kilómetros de la capital de Santa Fe. Es árbitra de básquet desde el 2008 y desde el 2011 es internacional. Es una de las ocho mujeres en todo el mundo que tiene una licencia negra a nivel mundial, que es lo máximo que un árbitro puede obtener.
Fue la primera mujer en dirigir una instancia final en la Basketball Champions League de las Américas en el partido entre Flamengo y São Paulo celebrado en Managua, todo un logro ya que se trata del torneo FIBA más importante en el continente. La santafesina integró la terna junto a dos brasileras.
Fue una de las primeras mujeres en dirigir el torneo de básquet América Cup de hombres, en ser parte de ternas arbitrales integradas únicamente por mujeres en Primera División o en instancias inferiores cuando el básquet comenzaba a ser precursor en la inclusión de la mujer en el referato.
«Desde que tengo cinco años tengo ganas de ir a un Juego Olímpico»
Virginia tiene muy presentes los comienzos de la enorme carrera que viene desarrollando. Desde el amanecer de su vida estuvo siempre ligada al deporte, siendo atleta de alto rendimiento durante muchos años, integrante del equipo de Guillermo Chiaraviglio, padre de Germán. «Desde que tengo cinco años tengo ganas de ir a un Juego Olímpico», confiesa. Su amor por el básquet lo descubrió jugando en el Club San Cristóbal enfrente de su casa, en la localidad homónima. Ya en Santa Fe y de adolescente, un día miraba jugar a sus compañeros de la secundaria, pero resultó que ese juego era una clínica para ser árbitro federativo y ahí empezó todo: “Un amigo, Leandro Lezcano, se me acercó y me preguntó si quería ser árbitro. Y yo quería jugar, no hacer otra cosa. Pero la verdad que era muy mala jugando (se ríe). Corría para cualquier lado, no sabía ni donde estaba en cesto, ja. Pero después me decidí. Ahí empezó esta pasión”.
Su amor por el arbitraje
A Virginia Peruchini el arbitraje en el básquet le fue abriendo puertas, y a medida que fue pasando el tiempo se fue dando cuenta que podía ir por más. “Me daba cuenta que podía dirigir U15, después U19 y me fui dando cuenta que podía dirigir Primera, y así”.
Esta vocación tiene desafíos inmediatos a corto y mediano plazo todo el tiempo. Y ella no tuvo límites. “De todos modos no fue fácil. El trabajo de lograr o alcanzar algo hay que renunciar y dejar cosas. Desde un evento con mi familia hasta un momento con amigos. Es esfuerzo que hace mucha gente con la ausencia de mi presencia también. Hay mucho sacrificio detrás de todo esto”.
Sin embargo, Virginia se rehúsa a darle entidad a los hechos desafortunados que tuvo que pasar durante su carrera en el básquet. No le gusta hablar de situaciones puntuales ni de esas personas. “Estuve semanas sin dirigir. Volvía a mi casa llorando en bicicleta. Una vez llamé a mi familia en un entretiempo y les decía que no quería sufrir más. Mi padres me decían que deje de dirigir. Muchas veces quise dejar porque yo quería que esto me haga feliz y no lo era”
Romper barreras
El arbitraje en el básquet masculino tiene un detonante con la aparición de Peruchini, una figura femenina en una competencia deportiva de hombres. Ahí fue cuando existió una dualidad entre el hombre y la mujer donde la competencia deportiva pasó a un segundo plano y lo que comenzó fue una competencia con el rol que ella ocupaba. “Eso con el tiempo se fue acomodando. No recuerdo una situación en particular pero la verdad que no sentí que había algo en contra mío por ser mujer”.
Desde que comenzó su carrera en 2008, ella siente que las cosas han cambiado mucho, que estamos en presencia de un nuevo paradigma donde la comunicación es muy importante sobre el significado de su carrera. “La mujer ya ocupa ese espacio que antes no tenía. Nuestra responsabilidad de nuestro trabajo es fundamental para que esto continúe y para que sean más las que sigan viniendo a cambiarlo todo”.
La licencia negra y la NBA
“A veces no tomo dimensión de esto. A nivel internacional hay diferentes licencias y soy una de las ocho mujeres del mundo que actualmente tiene licencia negra, que es la máxima licencia internacional que un árbitro puede obtener. Esto me permite dirigir cualquier competencia de cualquier nivel en cualquier parte del mundo”, cuenta con emoción Virginia Peruchini. Las titulares de licencia negra están capacitadas para dirigir encuentros internacionales en todos los niveles senior y junior.
Las evaluaciones son iguales a que se les otorga a los hombres. Virginia es la única Argentina y una de las tres árbitras en el continente americano que la obtiene.
La licencia negra tiene una particularidad: permite dirigir en NBA sin ser nacida de los Estados Unidos siempre y cuenta la competencia lo requiera. Sin embargo, la santafesina tiene en claro lo que haría si se le presenta la oportunidad: “No dirigía nunca NBA. Esto se trata de una cuestión de lealtad, de nobleza, de quienes fueron los que me construyeron a mí. Si dirigiría NBA no podría dirigir FIBA por eso jamás traicionaría a nadie. Yo soy lo que soy por las herramientas que me brindó FIBA. No traicionaría mis raíces nunca”.
Virginia Peruchini demostró que así como en la vida, tampoco en el deporte no existen los límites. Con objetivos claro y mucha dedicación y responsabilidad no existen barreras para llegar a donde quieras estar. Ella lo pudo hacer con mucha dedicación y trabajo. Pero hay un sueño más que en básquet aún no lo pudo cumplir. Ese sueño se llama Juegos Olímpicos. No pudo ser en Tokio 2020, aunque seguramente la veamos en París 2024. Porque si hay algo que nos dejó como mensaje es que todo se logra, sólo hay que desearlo mucho.
FUENTE: Aire de Santa Fe